sábado, 28 de enero de 2012

Salve a la Reina


Bien, ahora es mi turno de reaparecer, tras haber abandonado este barco durante unos días (no porque quisiera, es que me caí en un bote salvavidas por error). Y lo hago con una banda que quizá haya tardado demasiado en aparecer por aquí: Queen. ¿Quién puede decir que no ha oído jamás algo de estos señores? No creo que los temas We will rock you o We are the champions, por ejemplo, sean totalmente desconocidos para nadie, puesto que son las melodías recurrentes para ambientar una victoria deportiva, política, la que sea.

La lista de temas largamente repetidos y mundialmente conocidos es enorme: Bicycle race, Under pressure, Somebody to love, You are my best friend, Don't stop me now, Killer queen, la insuperable Bohemian rhapsody... Todas grandes canciones, pegadizas, enardecedoras, en ocasiones bailables... la leche, vaya. Quizá por eso arrojan una cierta sombra sobre las obras que las precedieron, que no son peores pero sí menos accesibles para el gran público, ya veréis por qué. Este es el caso de Queen II (1974), el segundo LP de la banda y uno de mis preferidos. También es uno de sus álbumes más rockeros, hiperbólicos y grandilocuentes, por no hablar de la atmósfera extremadamente oscura y tétrica que prevalece en todo el álbum, incluso en temas más alegres como Some day one day. Conozcamos esta maravilla.

En vez de la clásica división en cara A y cara B, en este disco nos encontramos con un lado blanco y un lado negro. El primero está compuesto casi íntegramente por el guitarra de la banda, Brian May, mientras que el lado negro corre a cargo de Freddie Mercury. En mi opinión, es un disco que bebe bastante del panorama musical de su época, en la que el rock progresivo se encuentra en pleno apogeo. Esto se nota, sobre todo, en la variada instrumentación, incluyendo incluso partes puramente orquestales, y en la estructura de las canciones: suelen ser temas largos, con largas partes instrumentales y la creación de ricas atmósferas.
Freddie Mercury, Brian May, John Deacon (bajista) y Roger Taylor
En primer lugar tenemos Procession, una pequeña pieza orquestal de Brian May, que da inicio al llamado lado blanco, para enseguida pasar a uno de los monstruos de este álbum: Father to son. El título es bastante ilustrativo acerca del contenido de la letra; habla del legado de los hombres a sus hijos, la sabiduría, el esfuerzo, la lucha, al fin y al cabo, que todo padre lleva a cabo para sacar adelante a su hijo. A la voz encontramos a un inconfundible Mercury en una magistral demostración de rock n' roll, mientras May cabalga una poderosísima guitarra, más propia del heavy metal que de Queen, si nos atenemos al resto de su discografía.

El plato fuerte de esta cara A llega, sin embargo, con la balada White Queen (as it began). En marcado contraste con la brutalidad del tema anterior, en éste Mercury cambia de registro y utiliza otro mucho más melódico, acompañado en ocasiones de coros vocales, mientras la guitarra de May sigue haciendo maravillas para completar una de las canciones más tristes, oscuras y apasionadas del grupo. Me llamó la atención el fragmento de sitar (que reconozco muy bien por la obsesión de George Harrison por la música hindú) que aparece a los tres minutos de canción, aunque resulta que no era un sitar, sino una vieja guitarra de May con el puente modificado. Muy curioso. La letra no tiene desperdicio: es toda frustración, amor, tragedia y tristeza. La tenéis íntegra aquí, con una traducción más o menos decente.

Después escuchamos One day some day, un tema country bastante ligerito, cantado por su compositor, Brian May. La base intrumental es muy agradable y transmite cierto optimismo, aunque éste se diluye e inspira cierta nostalgia cuando se escucha inmediatamente después de White queen, no sé por qué. El lado blanco termina con The loser in the end, la única composición de Roger Taylor, el batería, en este disco, quien hace también el papel de vocalista. Si antes teníamos a un padre y un hijo,aquí se habla del inevitable destino de la relación madre-hijo: el pollo abandona el nido y ella se queda sola. El estilo de la canción me recuerda mucho a David Bowie, con una base instrumental contundente, versos cortos y muy rockero, además de que por momentos la voz de Taylor es parecida a la de Bowie. No es una canción que me mate, precisamente, pero es otro buen ejemplo del Queen más duro.

En el lado negro Mercury se apropia del protagonismo absoluto. La cara B comienza con Ogre battle, un tema con vocación de himno que me parece un gran ejemplo de epic metal (o uno de tantos -metal, me pierdo entre tantas etiquetas) antes de que éste existiese siquiera. Ésta es una canción que debía de ganar enteros en un concierto, con Freddie dando brincos y berreando cual ogro por todo el escenario. Es de esos temas que hacen que hierva la sangre, y den ganas de saltar mientras se corea a voz en cuello. Es una canción sencillamente épica.


The Fairy Feller's master-stroke es un tema teatral, frenético y simpático, además de toda una virguería vocal, una especie de prólogo de Bohemian rhapsody. Continúa la temática fantástica de Ogre battle, introduciendo más seres fantásticos (ninfas, duendes, brujas) entre versos tremendamente jocosos: "And a satyr peers under lady's gown/ He's a dirty fellow/ What a dirty laddie-oh." ("Un sátiro ojea bajo el vestido de una dama./ Es un tipo sucio,/ qué muchacho tan sucio-oh").

El líder, alma y esencia de Queen
Tras Nevermore, una canción muy cortita de desamor con un bonito piano cortesía de Mercury, llega mi canción preferida de este disco: The march of the Black Queen. Aquí Mercury se luce y rompe cualquier esquema con su enorme calidad como vocalista, pasando del falsete al rock más duro sin despeinarse. Mantiene la épica de Ogre battle, pero más depurada y exuberante. Las líneas de piano iniciales y los punteos de May no preparan para la explosión vocal a los pocos segundos, acompañada de unas preciosas notas de guitarra y unas percusiones contundentes. El estribillo es tremendamente potente, con Freddie profiriendo esos "Fi fo the Black Queen marching single file" y Brian May tocando un solo de guitarra espectacular.

Las dos canciones que quedan son Funny how love is, grabada con la técnica del muro de sonido con un efecto algo agobiante y un estribillo que personalmente me parece irritante, y la mítica Seven seas of Rhye, de la que ya publicaron un fragmento en el primer álbum y que aquí aparece más larga, perfeccionada y con letra. Además, es el único sencillo del disco y el primer gran éxito de la banda. Esta canción está ambientada en Rhye, un mundo imaginario que crearon Mercury y su hermana siendo niños y que sirve de marco para muchas de las canciones escritas por él en esta primera época del grupo, como The march of the Black Queen o Great King Rat.

Cabe señalar que la imagen de portada, aunque en un principio no les gustó mucho por pretenciosa, al final ha acabado siendo una de las imágenes más representativas de la banda, y la usarían posteriormente en el videoclip y el sencillo de Bohemian rhapsody, y también en el vídeo de One vision.

Y para terminar, y hasta que el FBI vuelva a las andadas, os dejo el disco para que lo escuchéis y juzguéis. Si te gustan los Queen de discos posteriores es una buena forma de conocer otras facetas de estos grandes artistas, y si los conocías y no te decían demasiado, prueba con este disco y quizá te sorprendan (Mr. No One, va por ti xD). Si has estado bajo tierra los últimos cuarenta años y no los conocías, es tu oportunidad de hacerlo. ¡Un saludo!

Queen - (1974) Queen II

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Ah! Buenísimos, grandiosos Queen. Freddie Mercurie es LA voz. El directo de Wembley del 86 debería ser de obligado visionado hasta en el colegio.
Gran reseña ;)

Mr. Nobody dijo...

¡Muchas gracias! Desde luego, Mercury es único y por desgracia irrepetible, y sin él Queen dejó de ser Queen. Pronto habrá más reseñas de estos monstruos :)

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