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lunes, 12 de marzo de 2012

Como un Dylan que rueda

Un año antes de publicar Blonde on blonde (1966), disco del que ya habíamos dicho algo en este blog, el maestro Dylan había sacado a la luz Highway 61 revisited (1965), dentro de su época sesentera más fértil, y a este último álbum es al que vamos a dedicar la reseña de hoy.

Para muchos, el Highway es el mejor disco de Dylan, y uno de los más grandes de la historia del rock, sin nada que envidiar al todopoderoso Sgt. Peeper's Lonely Hearts Club Band (1967) del cuarteto de Liverpool, por poner solo un ejemplo. El que escribe es uno de los que opina que Highway 61 revisited es el álbum que marcó el inicio de la adultez del rock, quedando esta consolidada en el ya mencionado Blonde on blonde y en las aportaciones que otros grandes grupos hicieron tomando como base esta nueva concepción del rock que inició míster Dylan.

viernes, 20 de enero de 2012

Otra vez Dylan

Bob Dylan es uno de esos grandes capaces de reinventarse a sí mismos cuando las circunstancias se lo exigen. Hasta tres veces llegó Dylan a resucitar de sus cenizas desde que empezó su inigualable carrera a finales de los cincuenta.

La primera vez fue en 1975, cuando ya nadie daba un duro por él, cuando todos pensaban que ya había dicho todo cuanto podía decir y que iba a convertirse en uno de esos artistas que viven de las rentas y que solo venden para sus fans más acérrimos. Pero ¡zas!, llegó él y publicó Blood on the tracks, un disco con algunas de las mejores canciones de amor que he escuchado nunca. Pero no es de este discazo del que vamos a hablar hoy.

La segunda resurrección de Dylan ocurrió a finales de los ochenta, concretamente en 1989 con la publicación de Oh Mercy. Es un disco duro, con un estilo no demasiado diferente al de otros álbumes de los ochenta, pero que muestra un Dylan rockero hasta la médula y con muchas cosas que decir. Con un estilo crítico, este álbum de Bob es uno de los más completos del músico. Pero tampoco vamos a hablar de Oh Mercy.

Igual que le pasa a Fito, en este blog nos gusta empezar la casa por el tejado, y por ese motivo hoy reseñaré el disco que constituyó la tercera (y por el momento, última) resurrección de nuestro amigo Bob: Time out of mind, publicado en 1997.  Este disco, al igual que el mencionado Oh Mercy fue producido por Daniel Lanois, quien acompañó a otros grandes músicos en la producción de grandes álbumes (algunos de U2, Brian Eno, Emmylou Harris o el reciente Le noise, de Neil Young, se encuentran entre ellos). Para la grabación, Lanois distribuyó numerosos micrófonos colocados estratégicamente en diferentes lugares del estudio, consiguiendo así el efecto distorsionado que podemos escuchar en la mayor parte del disco. Para la casi totalidad de la crítica, y para el público en general, fue un cambio positivo en el estilo de Dylan, pero el músico no se mostró conforme con el resultado y a partir de ese momento autoprodujo todos los discos que sucedieron al Time out of mind.

sábado, 26 de noviembre de 2011

En el principio, estaba Dylan...

La primera vez que escuché a Bob Dylan, no entendí nada. No sé cuál fue la primera canción que oí del trovador de Minnesota, pero sí recuerdo que no alcancé a comprender cómo esa voz nasal tan característicamente fea, esa forma tan rudimentaria de tocar la guitarra, esas desafinaciones y ese modo de cantar tan poco ortodoxo habían conquistado al gran público y convertido a Dylan en uno de los rockeros más valorados de todos los tiempos, si no el que más.

Un tiempo después de ese primer contacto tan poco satisfactorio con la música del señor Dylan, decidí darle una segunda oportunidad. Y entonces cayó en mis manos el disco que hoy os presento: el Blonde on blonde, de 1966 (¡ya ha llovido!). Con el tiempo, este álbum se ha convertido en mi preferido, y recurro a él con mucha frecuencia; pero a pesar de eso, aún me sigue emocionando como la primera vez.

La mayor parte de los críticos musicales y dylanistas incondicionales coinciden en declarar el Highway 61 revisited, publicado con un año de anterioridad al que hoy nos ocupa, el mejor álbum de Bob. Creo que la única razón por la que prefiero el Blonde on blonde es su duración, de 73 minutos largos, que lo convirtió en el primer álbum doble de la historia del rock (si bien hoy en día se edita en un solo disco). El Highway 61 es bueno, de eso no hay duda, pero el Blonde es, desde mi humilde punto de vista, tan bueno como este, y además, más largo. Es decir, este disco condensa calidad y cantidad, así que, ¿qué más se puede pedir? Por otra parte, tengo la sensación de que el Blonde tiene un sonido más consistente, más acabado, a modo de consolidación del trabajo anterior, como si Dylan estuviese increpando a sus detractores: "Esto es lo que me apetece hacer, y esta es la música que haré a partir de ahora, así que idos acostumbrando".

Medio año le costó a Dylan grabar esta joya del folk-rock, género que él mismo contribuyó a crear con el también célebre (aunque tristemente menospreciado en su tiempo) Bringin’ it all back home (1965), donde dejaba clara su intención de volverse eléctrico. A partir de ese momento, el folk-rock se expandió como una mecha a lo largo y ancho del continente americano y, con posterioridad, de Europa.

Este álbum contiene, como no podría ser de otra forma, la que también es mi canción favorita. Se trata de Visions of Johanna, que ocupa el tercer corte del disco. La primera vez que la escuché, supe que era una canción especial, a pesar de no tener ni idea de qué significaba la letra. La música acompañaba a la voz rasgada de Dylan de un modo tan increíblemente sutil, que simplemente la convirtió para mí en el tema perfecto, difícilmente superable por otro. Conseguí hacerme con un libro de letras de Dylan considerablemente bien traducidas, y cuando llegué a la de Visions of Johanna, supe que se trataba de la mejor canción que había escuchado nunca (y, aún hoy, lo sigue siendo). La letra, especial como todas las de Dylan, no es más que una sucesión de imágenes surrealistas difícilmente interpretables. Aunque hay quien se atreve a afirmar que es autobiográfica, ya que hablaría de un triángulo amoroso que vivió Dylan a principios de los 60 (hipótesis que no me convence demasiado).

Por otra parte, esta canción contiene la frase más famosa del cantautor:

“The ghost of electricity howls in the bones of her face” (“El fantasma de la electricidad aúlla en los huesos de su cara”).

Una imagen sugerente como pocas. Además, a modo de curiosidad, la frase:

“Jewels and binoculars hang from the head of the mule” (“Joyas y binoculares cuelgan del cuello de la mula”).

Inspiraron a los Rolling Stones para diseñar la portada de su más famoso álbum en directo: el Get Yer Ya-Ya’s Out.

La letra de Visions of Johanna es considerada por muchos la mejor de toda la historia del rock.

No hay ningún tema flojo en este disco, ni siquiera el que lo abre, Rainy Day Women #12 & 35, grabado a las 3 de la mañana, según describen algunos de los músicos que acompañaron a Dylan en las sesiones de grabación. Reconozco que esta canción puede resultar desagradable tras una primera escucha. Una amiga dijo, de un modo bastante acertado, que se parecía al “sonido de una granja”. El tema en cuestión no es más que una broma de Dylan, que juega con el doble significado que tiene en inglés la palabra “stoned” (“ser apedreado”/“colocarse”). Otra de las letras que no tienen desperdicio.

No obstante, si hay que reseñar algún tema dentro del disco, aparte de los ya mencionados, destacaremos el agridulce I want you, que parece tratar del querer y no poder, Just like a woman, donde Dylan se muestra más sensible que de costumbre al hablar de la naturaleza del sexo femenino, Absolutely sweet Marie, semejante al célebre Like a rolling stone en cuanto a su temática (Dylan parece dirigirse a una mujer en concreto, y no precisamente para desearle buen día), y 4th time around, casi un plagio del Norwegian wood de los Beatles.

Un último consejo, si decidís escuchar este disco: haceos con una buena traducción de las letras, pero no caigáis en el error de tratar de interpretarlas. O intentadlo, si eso os divierte, pero no os frustréis si no llegáis a ningún resultado concluyente. Simplemente dejaos llevar por las palabras de Dylan, dejad que os atrape su magia, tal vez no haga falta entender nada. Y aunque no os guste en una primera escucha, tened en cuenta que pocas veces un solo hombre ha influido tanto en la historia del rock. Bob Dylan se encuentra en los Beatles, en los Rolling, en U2, en Bruce Springsteen, en Radiohead y en el heavy metal más duro que podáis escuchar. Después de todo, es posible que no esté exagerando si afirmo que la música, y puede que el mundo, no serían como son si Bob Dylan no hubiese decidido un buen día coger una guitarra y ponerse a cantar.

Para terminar, algunas citas célebres sobre Dylan:

“Yo no tengo una voz bonita. No sé cantar bonito. Y además, no quiero”

“Cualquier cosa que puedo cantar, la llamo una canción. Cualquier cosa que no puedo cantar, la llamo un poema. Cualquier cosa que no puedo cantar y es demasiado larga para ser un poema, la llamo una novela."

"¿Que cómo son mis canciones? Pues mire, tengo canciones de cinco, de seis, de siete, de ocho, y aunque usted no se lo crea, hasta de diez minutos."

"Lo que más puedo esperar es cantar lo que pienso, y quizás evocar algo en los demás. No me insultes diciéndome que soy una persona con mensaje. Mis canciones no son más que un diálogo conmigo mismo."

(Bob Dylan)

"Sin Bob, los Beatles no habrían hecho el Seargent Pepper, los Sex Pistols no habrían hecho God Save the Queen y U2 no habría hecho Pride in the Name of Love".

"En la música, Frank Sinatra puso la voz, Elvis puso el cuerpo... Bob Dylan puso el cerebro."

(Bruce Springsteen)

"Bob Dylan y The Band son lo más fuerte que he escuchado en mi vida."

(Marlon Brando)

Web con las letras del álbum

Bob Dylan - Blonde on Blonde (1966)