sábado, 25 de febrero de 2012

No sólo del pan vive el hombre


Y yo no sólo me alimento de discos de hace cuarenta años, ni de canciones con complicadas y sugerentes letras en la insigne lengua de Shakespeare. De verdad. Hoy os traigo el que probablemente sea el disco que más he escuchado a lo largo de mi andadura musical, incluso por encima de The Wall, de Pink Floyd, o Thick as a brick, de Jethro Tull, que mira que los he quemado, también. ¿Quién puede estar por encima de estas maravillas? Pues Agila (1996), de los extremeños Extremoduro. He de decir que tiene muchos más años a sus espaldas en mi reproductor, pero eso no resta mérito a este disco, que muchos citan como el mejor de uno de los grupos más representativos del prolífico (y tremendamente irregular) rock español.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Llegó la musa

Por una vez en este blog, empezamos las cosas por su sitio. Hoy os voy a hablar de los comienzos de una gran banda rock: Muse.

No suele ocurrir con frecuencia que el disco debut de un gran grupo sea el mejor de toda su carrera musical, es frecuente que los mejores artistas se vayan enriqueciendo y ganando en matices con el paso del tiempo y nos ofrezcan sus mejores trabajos en etapas más tardías de su producción. No obstante, es cierto que caben notables excepciones dentro de esta norma general; ahí tenemos si no a The Cure con su Three imaginary boys (1979) o a R.E.M. con Murmur (1983), por citar solo algunas.

Y no sé, ni tampoco soy quién para juzgarlo, si el álbum que hoy os recomiendo escuchar, es el mejor de los trece años de carrera que llevan sus autores a las espaldas. Lo que sí sé es que es un gran disco, que marcó un punto de inflexión importante en la concepción del rock moderno, y que catapultó al estrellato a quienes fueron sus creadores. Se trata de Showbiz (1999), de los británicos Muse.

domingo, 19 de febrero de 2012

Dos al precio de uno


Hoy voy a hablar de dos libros en una sola entrada. Son tan cortitos que tampoco se puede hablar demasiado de ellos sin destripar buena parte de la trama, así que optaré por presentarlos y hacer un breve comentario a grandes rasgos. Si hiciera reseñas individuales, quedarían demasiado cortas y no quiero dejaros con ganas de más. De hecho, estoy pensando en hacer ésto también con libros que leí hace tiempo y que, como es lógico, se encuentran algo diluidos en mi memoria, así que tampoco podría comentarlos largamente. De momento, aquí tenéis estos dos libros que tienen en común su brevedad y sus historias bastante sórdidas y trágicas.

jueves, 16 de febrero de 2012

Un directo de los que ya no se hacen

Es chocante, y hasta indignante, que Alchemy (1984), el primer álbum en vivo de los británicos Dire Straits, no se encuentre habitualmente entre los rankings de los mejores directos de la historia del rock. Desde mi punto de vista, este disco, además de ser el más representativo y fundamental de la banda, es una de las mejores grabaciones en directo que han quedado registradas nunca.

Dire Straits ha tenido una composición muy variable en cuanto a sus miembros durante los 18 años que se mantuvo en activo, y también han colaborado con otros grandes del gremio como Eric Clapton o Sting. Además, la presencia de la guitarra del señor Knopfler en algunos de los discos más representativos del Dylan de los ochenta, o acompañando a voces como la de la cantante de folk Emmylou Harris, constituyen uno de los principales atractivos de estas grabaciones.

Desde 1995, cuando se disolvió la banda, Mark Knopfler se ha dedicado a grabar discos en solitario, y también ha participado en la composición de bandas sonoras (Local hero y La princesa prometida se cuentan entre las numerosas películas a las que Mark ha puesto música).

lunes, 13 de febrero de 2012

Cuando son los fans los que te aúpan a la cima


Y otra reseña de un disco. ¡Vaya racha musical llevamos! El disco de hoy es algo especial, por un motivo muy simple: ES MODERNO (se publicó en 2006). Sí, estimados lectores. Después de que más de uno me dijera que qué gustos tan viejunos tengo, vengo a demostrar que también escucho cosas recientes. El disco en cuestión es (agarraos) Whatever people say I am, that's what I'm not, de Arctic Monkeys. Creo que hasta crearon un nuevo tamaño estándar de carátula para poder poner el nombre en el lomo de la caja.

Si tuviera que definir el disco con una sola palabra, creo que sería 'frenesí'. Salvo dos o tres canciones algo más lentas, todo el disco mantiene un ritmo histérico, con una batería que debe de llegar a echar humo, mientras el cantante, Alex Turner, encaja de forma bastante ajustada cada sílaba con cada nota de unas guitarras que no callan en todo el disco. Estas guitarras, en manos del propio Turner y Jamie Cook, forman una parte capital del sonido general de éste su disco debut, lo que les granjeó más de una crítica, ya que algunos los consideraban uno de tantos grupos guitarreros nacidos tras el éxito de The Strokes.

viernes, 10 de febrero de 2012

Entre el jazz y el rock

El primer álbum de Van Morrison que cayó en mis manos fue el acústico Astral Weeks (1968), considerado por la mayoría como el mejor de este músico irlandés. A mí no me impactó demasiado, incluso me pareció que estaba sobrevalorado. Las escuchas sucesivas me permitieron apreciar mejor la calidez de la voz, la intimidad de las palabras de Van Morrison, y ahora algunos de los temas de Astral Weeks se encuentran entre mis preferidos.

Pero ningún disco de este buen hombre supera al que publicó dos años más tarde. Moondance (1970) es, para mi gusto, el mejor disco de Van Morrison. En él, se mezclan con una homogeneidad asombrosa los géneros musicales más dispares: el R&B, el rock más clásico y el jazz se funden para construir un disco unitario, en el que la pasmosa voz del polifacético compositor actúa como hilo conductor. Lo de "pasmosa" no es ningún calificativo infundado: el crítico musical Greil Marcus dijo en una ocasión que "ningún hombre blanco canta como Van Morrison".

Y es cierto. No por nada lleva 54 años haciendo discos sin parar. De hecho, su discografía es tan extensa, y he escuchado una proporción tan pequeña de ella, que debo confesar que me daba cierto reparo hacer esta reseña, temiendo no hacer justicia a la genialidad de este hombre. Haré lo que pueda.

jueves, 9 de febrero de 2012

Solo dos

Hace una semana terminé de leer La voz a ti debida (1933), de Pedro Salinas, y le comenté a mi compañero Mr. Nobody la dificultad que entraña reseñar un libro de poesía de este tipo, debido en primer lugar a que no todos los poemas son fáciles de interpretar, y por otra parte a que la poesía no es un género que llame especialmente la atención, por lo general.

Aun así, me animó a reseñar el libro, si eso es lo que yo quería. Pero para ser honesto conmigo mismo, no me veo capaz. No conozco en profundidad (ni en superficialidad, tampoco) la vida y la obra de Salinas, y además este es el primer libro que termino desde hace mucho tiempo (malditos exámenes...) y el primero que reseño, así que mi habilidad para reseñar un libro, y además de poesía, se ve bastante limitada.

Así que esto no es una reseña propiamente dicha. Pero de cualquier forma, no podía dejar pasar la oportunidad que me brinda este blog para compartir con vosotros (para los que quieran, claro), dos de los setenta poemas que componen, de un modo unitario eso sí, este inmenso poema que es La voz a ti debida. Nada más. Solo dos fragmentos. Los que más me impresionaron, los que mejor comprendí. Ahí van, disfrutadlos como hice yo:

Sí, por detrás de las gentes
te busco.
No en tu nombre, si lo dicen,
no en tu imagen, si la pintan.
Detrás, detrás, más allá.

Por detrás de ti te busco.
No en tu espejo, no en tu letra,
ni en tu alma.
Detrás, más allá.

También detrás, más atrás
de mí te busco. No eres
lo que yo siento de ti.
No eres
lo que me está palpitando
con la sangre mía en las venas
sin ser yo.
Detrás, más allá te busco.

Por encontrarte, dejar
de vivir en ti, y en mí,
y en los otros.
Vivir ya detrás de todo,
al otro lado del todo
-por encontrarte-,
como si fuese morir.

* * *

¡Si me llamaras, sí,
si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!

Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
-¡si me llamaras, sí, si me llamaras!-
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: "No te vayas."

Es todo. Mañana os traigo una entrada musical como Dios manda. Prometido.

lunes, 6 de febrero de 2012

Una vuelta de tuerca al género vampírico


Hoy voy a reseñar una peliculilla, que hace tiempo que no hablo de ninguna. Va a ser una reseña de esas dobles, en la que además de comentar la película hablaré de la novela en que se basa. El título tanto del libro como de la película es Déjame entrar, cuya primera adaptación cinematográfica (tras la versión original sueca vino el inevitable remake norteamericano) hizo bastante ruido en internet tras su estreno en España: de repente, todo el mundo decía maravillas de esta película, así que no pude menos que echarle un vistazo. Y me encantó.

Maravillado como estaba por esta película (que pasé a recomendar a diestro y siniestro, con irregulares resultados, la verdad), en cuanto me enteré de que existía una novela de esta preciosa historia me lancé hacia ella, y quedé ciertamente desencantado (como ya me pasó con El club de lucha). En la película, como es natural, se omiten detalles que de una forma u otra quedan explicados en la novela, y existen numerosas subtramas y escenas que son totalmente ignoradas; tanto es así, que la intención del libro parece diferir en gran medida de la de la película: mientras que la película es una historia de amistad o amor bastante oscura, en la novela esta trama se diluye entre pasajes escabrosos, partes que no aportan nada salvo algo de morbo e historias paralelas que, por lo menos a mí, me resultaron bastante indiferentes. Pero vamos poco a poco.

Los protagonistas, Eli y Oskar
La historia nos presenta a un chico apocado, con bastantes problemas encima (acoso escolar, padres divorciados, entre otras cosas), Oskar (Kåre Hedebrant). Es un chico bastante peculiar: apenas se relaciona, y siente un profundo interés por los asesinatos y muertes en accidentes, hasta el punto de que colecciona recortes de prensa que relatan estos incidentes. Un día se muda a su mismo edificio una chica muy extraña, terriblemente pálida, insensible al frío y que además huele raro, como comprueba en su primer encuentro frente a su casa. Parafraseando a Casablanca, éste es el inicio de una gran amistad. Ahora, ¿qué consecuencias tendrá para ambos?

viernes, 3 de febrero de 2012

El gran disco de los 90

La portada de Automatic for the people es el símbolo
del motel en el que se grabó parte del álbum
Para no romper la racha musical que inició hace un par de entradas mi compañero Mr. Nobody, hoy os traigo la reseña de uno de los mejores discos de la década de los 90. No lo digo yo, un completo inculto en todos los sentidos, sino Bono, el líder de U2, quien se refirió al álbum como "el disco de country más grande jamás hecho".

Quizá esta afirmación es un poco exagerada. Para empezar, porque el disco no es de "country", o al menos no en el sentido estricto de la palabra, aunque es cierto que incorpora muchos elementos de este género musical (empezando por la instrumentación de algunos de sus temas). Y para seguir, porque un servidor es incapaz de imaginar un disco de country que sea mejor que The freewheelin' Bob Dylan. Pero no seré yo quien desmienta al mismísimo Bono. El de hoy es todo un discazo que, además, cumplirá 20 añitos en octubre de este año. Hablo de Automatic for the people (1992), de R.E.M., liderados por el siempre carismático Michael Stipe.