lunes, 13 de febrero de 2012

Cuando son los fans los que te aúpan a la cima


Y otra reseña de un disco. ¡Vaya racha musical llevamos! El disco de hoy es algo especial, por un motivo muy simple: ES MODERNO (se publicó en 2006). Sí, estimados lectores. Después de que más de uno me dijera que qué gustos tan viejunos tengo, vengo a demostrar que también escucho cosas recientes. El disco en cuestión es (agarraos) Whatever people say I am, that's what I'm not, de Arctic Monkeys. Creo que hasta crearon un nuevo tamaño estándar de carátula para poder poner el nombre en el lomo de la caja.

Si tuviera que definir el disco con una sola palabra, creo que sería 'frenesí'. Salvo dos o tres canciones algo más lentas, todo el disco mantiene un ritmo histérico, con una batería que debe de llegar a echar humo, mientras el cantante, Alex Turner, encaja de forma bastante ajustada cada sílaba con cada nota de unas guitarras que no callan en todo el disco. Estas guitarras, en manos del propio Turner y Jamie Cook, forman una parte capital del sonido general de éste su disco debut, lo que les granjeó más de una crítica, ya que algunos los consideraban uno de tantos grupos guitarreros nacidos tras el éxito de The Strokes.

Para otros tantos, fueron un fenómeno prácticamente irrepetible, y es que los inicios de esta banda de rock indie fueron bastante peculiares. Nacen como muchas otras bandas: un grupo de amigos se hacen con unos cuantos instrumentos y aprenden a tocarlos. Después de sus primeros bolos, deciden grabar un CD para regalar en los conciertos. Pero no contaban con un elemento simple pero efectivo: internet. Sus fans copiaron esos cd y los subieron a la red, y se puso entonces en marcha la maquinaria del boca-a-boca, hasta que empezaron a salir en noticias y radios y a tener legiones de admiradores y páginas oficiales creadas por esos mismos admiradores. El éxito se acercó por la espalda, les dio un toque en el hombro y les pilló totalmente por sorpresa.

Tampoco fueron típicos en el sentido de que no quisieron subordinarse a una discográfica. Sabían cómo querían hacer su música, y no tolerarían que nadie quisiera meter mano en ella. Finalmente ficharon por una discográfica bastante permisiva, al parecer, lo que permitió la publicación del disco del que hablamos hoy. El tercer elemento poco corriente es el tremendo éxito que tuvo su estreno a gran escala, que llegó a convertirse en el álbum debut más vendido de la historia tanto en su primer día como en su primera semana a la venta, tal era la expectación que se había creado en torno al salto al panorama musical de este grupo. Tras este excelente dato inicial, el disco ganó un premio tras otro y cosechando buenas críticas por doquier; incluso se le encumbró hasta el puesto de quinto mejor disco británico de la historia (¡JA!).

¿Estará a la altura de tan increíbles calificativos? Pues no, pero no es más que mi opinión. Para que os forméis la vuestra, os dejo, como siempre, el enlace del disco al final de la entrada. Comentemos un poco el disco.


La música de estos chicos está basada fundamentalmente en el ritmo, marcado en general por la batería de Matt Helders. Los motivos musicales, las melodías y los diversos riffs parecen ir repitiéndose por todo el disco, dando la impresión de que algunos fragmentos son reprises de otras canciones. ¿Quiere decir ésto que el disco es aburrido, o monótono? Para nada, y en gran medida gracias a la voz de Turner, que tiene la suficiente personalidad y variedad para que las canciones suenen distintas y con carácter propio a pesar de todo. Líricamente, podría decirse que estamos ante un disco conceptual: una de las exigencias del grupo en la grabación del disco es que ellos mismos elegirían el tracklist, u orden de las canciones, ya que en conjunto cuentan una historia: una noche de juerga (a no ser que sea una muy sutil metáfora de algo que se me escapa...).

Desde la expectativa por salir de The view from the afternoon, una de las canciones más representativas del grupo y la primera suya que escuché, hasta el balance de consecuencias de la mañana después en From the Ritz to the rubble:
Last night what we talked about
It made so much sense
But now the haze has ascended
It don't make no sense anymore.
Lo que hablábamos anoche
tenía mucho sentido
pero ahora que la niebla ha despejado
ya no tiene ningún sentido.
Entre medias, Arctic Monkeys nos hablan de tantos elementos típicos de la noche: la preciosa chica que causa sensación, los simpáticos tipos que te impiden la entrada a la discoteca, las redadas policiales, los subidones, los bajones... Toda una radiografía en clave de post-punk.

¿Qué canciones destacaría yo? En primer lugar, The view from the afternoon, por ser la primera que escuché, por la gran actuación de Turner como vocalista, porque es una buena muestra de lo que uno se encontrará en el disco, y porque enlaza perfectamente con la siguiente, I bet you look good on the dancefloor. Esta canción aumenta el ritmo todavía más, añade unos coros y un ritmo bailable que después se relaja un poco en Fake tales of San Francisco, otra de mis preferidas, con ese sencillo riff que se repite a lo largo de buena parte del tema (y me recuerda al proto-punk propio de Television). Lo que más me gusta es cómo encajan la letra y la música, y de nuevo esos coros tan enérgicos.

Uno de los puntos culmen del disco llega con Riot van (Furgón anti-disturbios), una canción mucho más lenta que las anteriores y que rompe completamente el ritmo endiablado que se venía manteniendo desde el principio del disco, cosa que se agradece ya que evita la monotonía de esa constante velocidad. Poco después tenemos Mardy Bum, en la que Turner y la batería asumen el protagonismo casi absoluto, salvo algunos punteos de guitarra. Como tantas otras canciones en el disco, termina de forma brusca, algo que me llamó bastante la atención, acostumbrado como estoy a los clásicos fade-out.

Alex Turner, el vocalista y guitarra principal del grupo

Después de que Turner escupa toda su rabia en Perhaps vampires is a bit strong but..., llega algo más tranquilo a When the sun goes down, una canción en la que habla de la prostitución y rinde un claro homenaje a la mítica Roxanne, de The Police. A estas alturas del disco uno llega algo exhausto, haciendo que el par de canciones que quedan suenen a ya oídas, y si no ha ocurrido ya antes se pierde un poco el interés. Y por último, aunque no he escuchado mucho a The Strokes, la última canción sí me recuerda a éstos.

Para terminar, quiero hacer un apunte sobre la portada: hay un tío que... ¡OH, DIOS MÍO, QUÉ ESTÁ HACIENDO! Fumar, sí. Como podréis imaginar, bastante gente, encabezada por la NHS, salió al paso del grupo y los criticó por hacer apología del tabaco, cosa que el mánager del grupo se apresuró a desmentir. Incluso el tipo de la portada se comprometió a dejar de fumar, aunque por falta de fondos. Se dice que no lo consiguió, pero la intención es lo que cuenta. Nunca faltan anécdotas estúpidas de este tipo.

En resumen, un disco muy bueno, pero veo totalmente injustificada la antes mencionada etiqueta de "quinto mejor álbum británico de todos los tiempos". En calidad musical hay muchos más discos que cuatro que directamente se mean en éste. Dejando esto aparte, es un disco perfecto para oír cuando se anda falto de energía, pues es todo un chute de adrenalina directa por vía aural. Muy recomendable.

Arctic Monkeys - Whatever people say I am, that's what I'm not(2006)


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es moderno, me tendrá que valer
(si, yo soy la que se queja)

Mr. Nobody dijo...

Pues pronto tendrás otra reseña que probablemente sea de tu gusto, así que ya no tendrás motivos de queja, espero. Y también espero que aprecies mis esfuerzos, que no estoy yo ya para trotes como los de estos chicos... xD

Anónimo dijo...

como para haberte llevado al concierto...

Mr. Nobody dijo...

Bueno, para esas cosas yo me apunto a un bombardeo... Aunque siempre preferiría que fueran otros artistas.

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