martes, 6 de diciembre de 2011

¿Y si esta vez te quedaras?


Eternal sunshine of the spotless mind, de Michael Gondry (2004)

Llegué a esta película de una forma bastante casual. Vi en alguna página una crítica en la que la recomendaban, pero, tonto de mí, el que fuera de Jim Carrey, que en español se titulase ¡Olvídate de mí! y que tuviera el póster promocional que tiene me hizo pasarla por alto. Horas después estaba ojeando la película Melancholía, de Lars von Trier, y curioseando la ficha de Kirsten Dunst en la Wikipedia vi que participaba en la película que hoy nos ocupa. Por aquello de que las casualidades a veces son indicaciones del destino (aunque Winslet y Dunst también ayudaron), me decidí a verla. Me encantó. Y Jim Carrey hace un papelón.

SINOPSIS

Joel Barish (Jim Carrey) es un tipo solitario, tímido. Por eso le resulta inexplicable por qué, siguiendo un impulso irresistible, se ha subido en un tren en dirección a Montauk, Nueva York, en vez de tomar la línea que debería llevarle al trabajo. Una vez allí, mirando el mar en pleno invierno, inicia una breve introspección (“¿Qué debería hacer con mi vida?”). En el tren de vuelta, conoce a una mujer bastante peculiar, extrovertida, soñadora, diametralmente opuesta a él: se llama Clementine Kruczynski (Kate Winslet). Todo empieza con un tópico: ¿no nos hemos visto antes? Esto es cierto, pero no en el sentido que ambos piensan.


El título original de la película (me niego a llamarla por la adaptación española) es Eternal sunshine of the spotless mind (“Eterno resplandor de una mente inmaculada”). Supongo que quisieron atraer al público habitual de Carrey, disfrazar el film como una de esas comedias tontas que infestan los cines en fiestas. Pues esos fans de la comedia de Carrey se llevarían una desilusión, porque de comedia no tiene apenas nada. La historia en sí es dramática, pero es que además plantea unas ideas que tienen mucha enjundia.

Alocada, inteligente y a veces muerde. Tiene su punto.
Es una película sorprendente, de esas que te raciona la información durante buena parte del metraje hasta que llega un punto en que uno dice “¡Anda!”, y las piezas encajan de una forma completamente inesperada. El autor del magnífico guión es Charlie Kaufman (he visto todas las películas por él guionizadas, y en general me han gustado mucho, especialmente ésta y Cómo ser John Malkovich), tan magnífico que ganó el Óscar al mejor guión original. La dirección corre a cargo de Michael Gondry, director de videoclips con el que Kaufman ya colaboró en Human nature (interesante, pero poco más).

Kate Winslet también optó al Óscar a la mejor actriz, pero se lo arrebató Hillary Swank con su papel en Million dollar baby, la para mí obra maestra de Clint Eastwood como director. Con semejante competencia era imposible que lo ganara, aunque hace un gran papel encarnando a Clementine, con su ingenio, su desparpajo, su encanto y sus inseguridades. Pero la sorpresa vino con Jim Carrey. Pasados unos minutos uno se olvida del actor y de su trayectoria, y ve en el tipo que aparece en pantalla a Joel, introvertido, ácido a veces, extremadamente agradable; tal es su actuación.

A partir de aquí, si no has visto la película, te recomiendo dejar de leer cuando termine este párrafo, porque destriparé la mayor sorpresa de toda la película. Si lo que has leído hasta ahora ha hecho que esta película llame tu atención, mírala, no tiene desperdicio. Un consejo: no busques nada sobre la película, intenta verla sin informarte. Merece la pena.



¿Queda alguien en la sala que no la haya visto? Bien. Cuando en la sinopsis digo que se conocían, es porque, efectivamente, se conocían. Aunque ninguno lo recuerde, tuvieron una relación amorosa, pero terminó poco tiempo atrás respecto del presente narrativo, y de una forma bastante turbulenta. ¿Qué es lo que ha pasado? Ambos, primero Clementine y después Joel, solicitan los servicios de cierta empresa, Lacuna Inc, que se dedica a borrar recuerdos. Especialmente, cualquier recuerdo sobre una persona concreta. En pocas palabras, hacen realidad la expresión “Oh, estoy bien. Ya la he olvidado”.

Me gustaría haber visto mi cara justo en el minuto diecisiete de la película: cuando uno se espera que se desarrolle la incipiente relación entre Clementine y Joel, se da un salto temporal y aparece él conduciendo por la noche, llorando, y sonando de fondo la canción Everybody’s gotta learn sometimes, de The Korgis, versionada por el cantante Beck. Uno piensa que es un salto hacia delante, pero no, es un flashback en toda regla, aunque el tipo frente a la pantalla no lo sepa. Ésta es una película que trae al espectador una sorpresa tras otra, y además extraordinariamente original en sus formas. ¿O no es original la larga escena del borrado de memoria de Joel y el "rescate" de Clementine, mientras los técnicos encargados de la tarea bailan colocados y medio desnudos sobre él?

Personalmente, me fascinó cómo van saltando de un recuerdo a otro, de una época a otra (la escena correspondiente a la adolescencia es épica) para salvar los recuerdos de Clementine, porque retrata a la perfección cómo es la memoria humana; demuestra que las cosas que más y mejor se recuerda son las pequeñas cosas: una tarde de juegos cuando se es niño, los mínimos detalles relativos a una pareja... Los grandes hitos son minoría en cualquier memoria.

La película utiliza un pensamiento que probablemente todos hayamos tenido en algún momento de nuestra vida: ¿y si pudiera quedarme sólo con los recuerdos que yo quisiera? Es una propuesta tremendamente interesante, ¿verdad? Este hecho añade un punto de ciencia-ficción a la película, ya que plantea como posible lo que, en principio, es imposible de forma no teórica. A diferencia de las obras de ci-fi, sin embargo, no se centra en el hecho y sus consecuencias desde un punto de vista científico, sino que es un medio para conseguir un fin: que, por medio de los cada vez menos recuerdos que Joel conserva de Clementine, éste se dé cuenta de que no quiere perderla, y que el olvido es la peor condena.

Otra idea que se sugiere en la película es el concepto de la predestinación, presente en el tópico de la media naranja (¡o mandarina!). Dos personas se conocieron y se quisieron de una forma extraordinaria, pero, como nada es perfecto, la cosa degenera y al final se corrompe. Finalmente las dos olvidan todo este asunto. Tiempo después, y por una serie de casualidades, vuelven a encontrarse y a entrar en la rueda de nuevo. ¿Se atraen el uno al otro a pesar suyo? ¿Es posible que haya algo que les empuja a juntarse? También se juguetea con el tema del eterno retorno, de repetir las acciones ya realizadas si se olvidase que se han hecho, como si tuviéramos una especia de programa (un buen ejemplo de esto es la subtrama de la relación del director de Lacuna Inc. con su empleada, interpretada por Kristen Dunst). Como dije, es una película con bastante contenido.

Antes de terminar la reseña me gustaría resaltar algunas cosas: por ejemplo, la conclusión de la película. Me encanta el diálogo final:
Clementine: No soy un concepto, Joel. Soy una mujer jodida que busca su propia paz de espíritu. No soy perfecta.
Joel: ¡No veo nada que no me guste de ti!
Clementine: Pero lo harás.
Joel:Ahora mismo no lo veo.
Clementine: Pero lo harás... No sé, ya se te ocurrirán cosas, y yo me aburriré de ti, me sentiré atrapada porque eso es lo que me suele pasar.
(Silencio y encogimiento de hombros)
Joel: Vale.
Con ese "Vale" resignado y a la vez esperanzado se cierra la película, dejando un final relativamente abierto, pero con el que el espectador queda plenamente satisfecho porque puede sentirse identificado, ya que ¿qué relación no empieza con esos mismos condicionantes? Debo destacar también las actuaciones de Jim Carrey, que me sorprendió y mucho que supiera actuar sin hacer aspavientos y además de una forma tan convincente, y de Kate Winslet, que cada vez que la veo en una película me enamoro un poquito más de ella; la aparición de Elijah Wood, esta vez no como Frodo, pero sí buscando algo donde meter el dedo; y, finalmente, la maravillosa escena que da nombre a esta entrada.

¿Y si esta vez te quedaras?


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