Bob Dylan es uno de esos grandes capaces de reinventarse a sí mismos cuando las circunstancias se lo exigen. Hasta tres veces llegó Dylan a resucitar de sus cenizas desde que empezó su inigualable carrera a finales de los cincuenta.
La primera vez fue en 1975, cuando ya nadie daba un duro por él, cuando todos pensaban que ya había dicho todo cuanto podía decir y que iba a convertirse en uno de esos artistas que viven de las rentas y que solo venden para sus fans más acérrimos. Pero ¡zas!, llegó él y publicó
Blood on the tracks, un disco con algunas de las mejores canciones de amor que he escuchado nunca. Pero no es de este discazo del que vamos a hablar hoy.
La segunda resurrección de Dylan ocurrió a finales de los ochenta, concretamente en 1989 con la publicación de
Oh Mercy. Es un disco duro, con un estilo no demasiado diferente al de otros álbumes de los ochenta, pero que muestra un Dylan rockero hasta la médula y con muchas cosas que decir. Con un estilo crítico, este álbum de Bob es uno de los más completos del músico. Pero tampoco vamos a hablar de
Oh Mercy.

Igual que le pasa a Fito, en este blog nos gusta empezar la casa por el tejado, y por ese motivo
hoy reseñaré el disco que constituyó la tercera (y por el momento, última) resurrección de nuestro amigo Bob: Time out of mind, publicado en 1997. Este disco, al igual que el mencionado
Oh Mercy fue producido por Daniel Lanois, quien acompañó a otros grandes músicos en la producción de grandes álbumes (algunos de U2, Brian Eno, Emmylou Harris o el reciente
Le noise, de Neil Young, se encuentran entre ellos). Para la grabación, Lanois distribuyó numerosos micrófonos colocados estratégicamente en diferentes lugares del estudio, consiguiendo así el efecto distorsionado que podemos escuchar en la mayor parte del disco. Para la casi totalidad de la crítica, y para el público en general, fue un cambio positivo en el estilo de Dylan, pero el músico no se mostró conforme con el resultado y a partir de ese momento autoprodujo todos los discos que sucedieron al
Time out of mind.