lunes, 1 de octubre de 2012

The darkest side of the Pink Floyd


Si alguna vez me preguntaran cuál es mi disco favorito de Pink Floyd (de momento no me he encontrado en esa situación, parece que es complicado encontrar alguien que comparta mis gustos), probablemente me quedaría sin habla. Podría decir que The wall, por ser el primero que escuché, y quizá por ello el mejor candidato a favorito, y el que encendió la mecha de mi afición por la música. Aunque por encima podría situar a The dark side of the moon, por su enorme calidad y su perfecto acabado, o por ponerme los pelos de punta con temas como Breathe/Time, The great gig in the sky o Eclipse; aunque, en cierto modo, DSOTM carece de la sutileza, la emotividad y la refinación de Wish you were here. Ciertamente todos los álbumes de la etapa central de Pink Floyd son obras maestras, y por eso escoger entre ellos resulta imposible, al menos para mí.

Por eso no puedo decir que Animals (1976) sea realmente mi disco favorito de esta grandísima banda, pero sí es el que ha gozado de mi aprecio de forma más constante. Su sonido sombrío, tétrico a veces, furioso siempre, dejando a un lado las dos pequeñas piezas que abren y cierran el disco, ha conseguido calar hondo y se ha convertido en casi una constante en mis auriculares, mientras que The wall languidecía un poco por su innegable irregularidad, The dark side of the moon me tenía algo quemado de tanto escucharlo, y Wish you were here tiene Welcome to the machine, canción con la que nunca llegué a congeniar, y además es un disco que es casi obligado escucharlo de principio a fin. En fin, vamos con una breve contextualización.

Durante la realización de la portada (la pinta de Gilmour
explica lo del cerdo volador...)
Pink Floyd continúa con dos inercias en este álbum: la primera, la creación de discos conceptuales, una tónica que empezó con Dark side y seguiría hasta The final cut, el último con Waters en la agrupación; la segunda, la progresiva adquisición de poder dentro del grupo del mismo Waters (causando un creciente malestar dentro de la formación), que llegó a su cenit con su marcha, con la que pretendía disolver el grupo por considerarlo un "proyecto agotado", aunque como bien sabrán los fans de la banda esto no fue así: aun sin Waters, el resto de sus integrantes editarían dos discos más bajo el nombre de Pink Floyd, aunque de una calidad notablemente inferior a los trabajos anteriores.

El concepto para el álbum que propuso Waters, a cargo del cual corre la escritura de las letras y la composición de gran parte del disco, fue claramente inspirado por Animal farm (Rebelión en la granja), de George Orwell (una dura crítica al comunismo estalinista vestida de fábula). Con esta idea seminal, Waters elabora su propia fábula social, en la que plasma su visión de la sociedad inglesa de aquellos años, a saber: los perros, testaferros y esclavos de un sistema autoritario basado en el capitalismo; los cerdos, los auténticos dueños del cotarro, entre los que Roger identifica a Margaret Tatcher, a la que no apreciaba demasiado; y finalmente las ovejas, el pueblo aborregado y oprimido del que se aprovechan los otros dos estamentos.

Cada "clase social" se identifica con una de las tres canciones centrales del disco, Dogs, Pigs (Three different ones) y Sheep, únicas en el disco si dejamos a un lado la composición en dos partes Pigs on the wing. Pigs on the wing (part one) es una especie de prólogo al disco, que se puede interpretar de dos formas: la, al parecer, más habitual es la de una balada amorosa, algo bastante raro en Pink Floyd, y por tanto queda descartada. Mi interpretación me parece más acorde a la tónica general del disco: con esta canción, Waters alude a la obligada unión entre los miembros de la clase más baja, fundamental para que se pueda producir la rebelión de este estrato. De ahí que mencione la deriva de los individuos si no les une un lazo de cierta preocupación y empatía mutua.

Dogs es menos críptica. En ella se representa a los perros, los encargados de mantener en orden el rebaño y de morder los jarretes de todo aquél que quiera ir por libre. Orgullosos de su condición, crueles y ladinos, no saben que no son más que herramientas al servicio de un objetivo que no es suyo, y que pueden ser fácilmente desechados y reemplazados. Dogs es sin duda uno de los mejores temas de la banda (al nivel de Echoes o Breathe/Time), tanto a nivel compositivo, creando una atmósfera opresiva y amenazante gracias al uso de sintetizadores y con un Gilmour en estado de gracia (sobresaliendo incluso dentro del gran protagonismo que consigue en este álbum), llegando casi a hacer llorar a su guitarra, especialmente en el último tramo de canción; como a nivel lírico, pues es una de las letras más oscuras, sádicas y violentas que haya parido la mente de Waters. Además, el mismo Waters hace una de sus mejores actuaciones vocales, y consigue incluso provocar auténticos escalofríos en el apoteósico final de la canción, cantando lo que sigue:

Who was born in a house full of pain.
Who was trained not to spit in the fan.
Who was told what to do by the man.
Who was broken by trained personnel.
Who was fitted with collar and chain.
Who was given a seat in the stand.
Who was breaking away from the pack.
Who was only a stranger at home.
Who was ground down in the end.
Who was found dead on the phone.
Who was dragged down by the stone.
Quien nació en una casa llena de dolor
Quien fue adiestrado a no escupir en el ventilador
Quien recibió órdenes del hombre
Quien fue destrozado por personal adiestrado
Quien fue equipado con collar y cadena
Quien recibió un asiento en la tribuna
Quien estaba abandonando la manada
Quien no era más que un extraño en casa
Quien, al final, fue pulverizado
Quien fue encontrado muerto al teléfono
Quien fue hundido por la piedra.

Es tremenda esa última imagen del "perro" metafórico hundiéndose hacia las profundidades con una piedra al cuello. Tremenda. Este final es el destinado a los perros que, como el de la canción, empiezan a advertir que Sometimes it seems to me as if I'm just being used. ("A veces parece que estuviera siendo utilizado."). El sistema comienza a tambalearse...

El cerdo pronto pasó a formar parte de la simbología particular
del grupo, junto con la portada de DSOTM o el mismísimo Muro

Con Pigs (Three different ones) Waters saca a relucir su lado más cínico y se dedica a escupir veneno aquí y allá (lo que me recuerda que Roger declaró que el origen de The wall está, precisamente, en un escupitajo de Waters a un fan durante un concierto. Debe de ser simpático, el tío). Con Three different ones hace alusión a tres "cerdos" en particular: Margaret Tatcher, a quien también mencionaría en The final cut y de quien siempre ha sido férreo detractor; Mary Whitehouse, política inglesa reaccionaria y cristiana convencida que promovió un mayor control sobre los medios por parte del poder político, y un tercero que no he conseguido identificar, aunque quizá se refiera al "poderoso" más genérico, con su papada, sus trajes impolutos y su falsa solemnidad. No deja Waters para los "cerdos" ni un resquicio para la esperanza ni la redención, siendo como son personajes absolutamente ridículos y execrables. Con este desprecio prepara Waters lo inevitable: el estallido de la rebelión.

Sheep es, simple y llanamente, un grito de guerra. Waters echa mano de una furia que también sacará a relucir en los últimos temas de The wall, con los desvaríos fascistoides del protagonista. Con voz terrible, narra la transición de un estado de mansedumbre provocada por el miedo a los perros a otro, gracias a la constatación del verdadero poder de la masa ovejuna, en el que las ovejas se alzan en una revolución de sangre y terror en venganza hacia sus opresores * (la risa maníaca de Waters consigue erizarme los pelos de la nuca, es pura locura):
Bleating and babbling
I fell on his neck with a scream.
Wave upon wave of demented avengers
Balando y farfullando
Caímos sobre su cuello con un alarido
Una ola tras otra de dementes vengadores.

El epílogo de la fábula es Pigs on the wing (part two), que a modo de moraleja nos muestra, presumiblemente, la instauración de un nuevo orden de paz entre los perros, ya liberados de la cadena que les ataba, y las ovejas (lo que contrasta con el grito The dogs are dead! de la canción anterior, pero es la única interpretación que le encuentro a la letra y sus abundantes referencias caninas).

Con esto termina la reseña de este grandísimo disco, injustamente olvidado en favor de otros álbumes más accesibles al gran público, pero que sin duda merece la pena escuchar de principio a fin y paladear el que quizá sea uno de los discos más oscuros jamás editados. Además, si sois fans de David Gilmour este disco es una auténtica joya, pues aunque su actuación vocal es bastante reducida, su guitarra siempre está ahí recordándonos su presencia. ¡Y de qué manera! Un saludo, y muchas gracias por leer.

* En el siguiente enlace tenéis un extenso reportaje fotográfico del suceso: Aquí

1 comentarios:

Unknown dijo...

Sou fã do PINK FLOYD.Pelo PINK FLOYD vendo até minha MÃE.

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