sábado, 21 de abril de 2012

Watashi wa Murakami Haruki desu


Primer libro que reseñamos del celebérrimo Haruki Murakami. ¡Y yo que pensaba que sería Tokio blues! Pues no: no resulta muy fácil hablar de un libro que te ha gustado mucho, a no ser que te sientas plenamente preparado para ello; si no, puede ocurrir que te salga una reseña como aquella que hice de Revolver, de los Fab Four. Algún día de éstos tendré que rehacerla, por respeto a ellos.

















A lo que vamos. El libro del que hablamos hoy es la última obra, de momento, de este autor japonés tan de moda. Dividido en tres libros, quizá por su extensión, quizá por motivos estilísticos y narrativos (habrá quien piense que por motivos comerciales...), en España se han editado los Libros 1 y 2 en un solo volumen de 744 páginas, y el tercero y último aparte, con 416 páginas más. Con un total de 1160 páginas, es la novela más extensa y ambiciosa del autor. Y una de las menos redondas, por cierto. Con esto no quiero decir que no me haya gustado, ni que mi afición a este escritor haya disminuido, pero no puedo evitar sentirme bastante decepcionado tras recorrer tantísimas páginas para llegar a... ¿qué? A demasiado poco.

La novela está estructurada de tal forma que dedica un capítulo a cada uno de los dos personajes principales (a los que se suma otro más en el Libro 3, Ushikawa): por un lado, tenemos a Tengo Kawana, un profesor de matemáticas en una academia y escritor en busca de la publicación que deviene en negro literario después de que su editor, Komatsu, le encomiende la "corrección" de una novela prometedora que quiere presentar a un concurso literario, La crisálida de aire. En ella se narra una historia de corte fantástico, en la que crea una peculiar mitología acerca de la little people, unos seres blancos y de pequeño tamaño con poderes inciertos, y de la crisálida de aire; todo un logro teniendo en cuenta que su autora es una chica de diecisiete años con una larga serie de peculiaridades (entre ellas, no pronunciar las preguntas como tales, sino de forma afirmativa). Por otro lado, tenemos a Masami Aomame, instructora en un gimnasio y asesina. ¿Cómo? ¿Asesina? Exacto. Bajo las órdenes de una de sus clientas, una mujer rica e influyente, Aomame se dedica a asesinar a "hombres que no aman a las mujeres" (sic, un explícito guiño a Millenium), es decir, maltratadores. Hasta que llega un encargo que traerá para ella graves consecuencias, relacionado con una organización religiosa llamada Amanecer.

Toda esta historia transcurre en 1984 en una especie de universo paralelo, bautizado 1Q84 (en japonés, el nueve y la Q se pronuncian igual: kyu) por Aomame, en el que poco a poco se introducen elementos extraños, como la aparición de una segunda luna, verde y de menor tamaño, y la influencia de la little people. El origen de este mundo es incierto; lo único que sabemos es que Aomame entró en él, desde el 1984 original, por las escaleras de emergencia de la ruta 3 de la autopista metropolitana.


Para poder apreciar la obra de Murakami hay que saber aceptar que es un escritor que posee una serie de elementos que, tarde o temprano, aparecen en todas sus novelas. No se puede decir que sus novelas sean totalmente originales e independientes unas de otras; jamás inventa una desde cero. Dos de ellos resultan obvios para cualquiera que haya leído un par de sus novelas: la música, sobre todo el jazz y la música clásica, y la cocina (siempre nos deleita con los menús de sus personajes, o incluso la preparación de los mismos). Profundizando un poco más, encontramos que el personaje protagonista, siempre masculino hasta la aparición de Aomame, es el mismo en todas sus historias. Cambiará el nombre, la descripción, o incluso algunos rasgos no demasiado definitorios. Pero siempre tienen esa anodinidad (Neologismo cutre, ¿cómo se denomina la cualidad de anodino?), esa discapacidad para la sorpresa y un poder de aceptación impresionante. Son ingenuos, solitarios, cultos, muy dados a la introspección, tímidos, hablan de la misma manera. También reutiliza algún que otro personaje, como Ushikawa en este 1Q84 (Libro 3); cuando hizo su aparición en el Libro 2 me dio la impresión de estar leyendo Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, porque en él hay un personaje tremendamente parecido. También en este último libro encontramos el origen de la señora de Azabu, quien encomienda a Aomame los distintos 'trabajos', y a su guardaespaldas y administrador, Tamaru (el personaje más interesante de los que pueblan la novela, la verdad).

Quizá por eso a los aficionados a Murakami suelen gustarnos todas sus novelas, en mayor o menor medida: porque encontramos exactamente lo que buscamos. Por esa regla de tres, 1Q84 debería haberme encantado, porque casi podría decirse que es un refrito de toda la obra anterior de Murakami, algo así como una recopilación de ideas encuadrada en una historia. Hay reflexiones sobre qué es real y qué no lo es, sobre la soledad y la compañía, el sentido de la existencia, el suicidio, el poder basado en el dinero o en elementos sobrenaturales; en realidad, encantado me hallo por la aparición de todos estos temas en la novela. La causa de mi decepción es, pueden lapidarme si gustan, la torpe ejecución del autor en esta obra.

A nadie le pillará de nuevas que Murakami es un autor surrealista: envueltas en un papel de costumbrismo, sus historias contienen siempre elementos extraños, mágicos, inexplicables y aparentemente sin sentido, aunque Murakami siempre consigue darles coherencia y una estructura lógica, aunque no sea según el canon de nuestra realidad, sino según el propio del mundo que arma. Aquí eso falla. Durante los Libros 1 y 2 plantea una serie de enigmas, como qué leches es 1Q84, la little people (o lítel pípol), la mother y la daughter (o móder y dóter), por qué todo parece girar en torno a la inexplicable historia de amor entre Aomame y Tengo o qué papel tiene realmente Fukaeri (Eriko Fukada) en la trama; algunos de estos misterios quedan resueltos, en parte, al final del Libro 2, dejando al lector exhausto de tanta incógnita y a la vez expectante ante el Libro 3, que promete, por ser el último, la solución de todos los misterios. Tras leer éste, uno se queda prácticamente igual que estaba: la irrupción de Ushikawa en la historia no aporta ABSOLUTAMENTE NADA: este buen señor es contratado por Amanecer para seguir la pista de Aomame, por lo que los capítulos que Murakami le dedica son para observar sus pesquisas. ¿Problema? Que todo lo que averigua Ushikawa ya lo sabe el lector. Resultado: ciento cincuenta páginas del Libro 3 son aburridas. Y el último capítulo de este personaje es sencillamente criminal. Me muerdo la lengua, que es un spoiler.

Mientras tanto, Tengo y Aomame apenas se mueven de sus respectivos pisos, por lo que la mayor parte del tiempo continúan repitiendo lo que ya decían en los libros anteriores. Tengo sí que se desplaza un par de veces, aunque para ir al mismo sitio: el llamado "Pueblo de los gatos" (por un relato que lee el protagonista), donde está ingresado su padre, primero demente y luego comatoso. Estas visitas en el primer libro tienen su aquél, ya que explica los trauma de la infancia de Tengo (Aomame también tiene los suyos, por supuesto), pero en este tercer Libro sólo es la excusa para que Tengo (casi) eche un casquete y avance la trama hacia su conclusión con un deus ex machina de lo más típico: un sueño revelador. En fin. Según va disminuyendo el número de páginas que sostiene con la mano derecha, el lector va poniéndose nervioso: demasiado pocas páginas, y muchos misterios por resolver. No le cabe en la cabeza que, tras crear esa mitología tan interesante, la deje cual castillo en el aire: sin nada que la sostenga. Esperanzado, recuerda la novela La caza del carnero salvaje, en la que todo adquiere sentido justo al final, salvo un gran misterio, que queda como una espinita clavada en la mente del lector: efectista, pero efectivo. Finalmente, sorpresa mayúscula: el autor no resuelve absolutamente nada. La novela acaba. Ya está. Gracias por leer durante mil páginas. No se admiten devoluciones.

¿Mil páginas para esto?, piensa el lector. E intenta recapitular: ha estado tan entretenido en la lectura, que no es hasta el final que reconstruye la novela y empieza a ver que flaquea por múltiples puntos:
     En primer lugar, hay demasiados arcos o subtramas que no llevan a ninguna parte, como la del padre de Tengo, excesivamente desarrollada, o toda la trama de Ushikawa, innecesaria e inútil (aunque el personaje acaba cayendo bien, lo que dice mucho en su favor). Sin embargo, deja sin desarrollar otros tantos personajes que podrían haber sido interesantes, como el tutor de Fukaeri y Komatsu, y especialmente Tamaru.
     Segundo: un torpe tratamiento de los personajes. ¿Cómo puede ser que Fukaeri no tenga NINGUNA relevancia en todo el Libro 3? ¿Qué me importa la historia de Ushikawa, si ni pincha ni corta en los dos primeros libros? ¿Qué ocurre con la amante de Tengo en el primer libro? La resolución que da Murakami de ésto último es totalmente superficial e insuficiente; parece que llegado un punto de la historia ese personaje le molestó o le sobró, y por no reescribir parte de la novela la eliminó sin más. Y tanto dar la brasa con la asociación religiosa y su poder en los Libros 1 y 2, y al final parece que sólo son dos sus integrantes: el calvo y el de la coleta (no me miréis así, ésa es exactamente su descripción en la novela), que además resultan ser bastante impotentes. Como bien cita el autor en la novela, Chéjov dijo «Cuando en una historia aparece un arma de fuego, ésta deberá ser disparada». Ídem con la little people: se crean unas expectativas acerca de sus poderes que mal que bien se sacian con el final del Libro 2, pero más allá de eso no tiene mayor relevancia.
     Tercero, pero no menos importante: todas esas partes que sólo sirven para rellenar espacio, empezando por los fragmentos protagonizados por el misterioso cobrador de la NHK, que son repetitivas, inútiles y hasta molestas. Lo mismo pasa con todas aquellas reflexiones de Ushikawa sobre su persona para dejarnos claro que es un tipo absolutamente repulsivo, pero con ciertas cualidades: las dos primeras veces se acepta, las veintitrés siguientes no. Pero lo peor de todo es, lo tengo bien claro, ese "resumen de todo lo anterior" que le da por hacer a Murakami cada treinta páginas, consiguiendo el mismo efecto en el lector que los capítulos de Ushikawa: si todo esto ya lo sé, ¿por qué me lo repites? ¿Considerará Murakami que sus lectores tienen memoria de pez? Un misterio más que la novela plantea y no resuelve.
     Cuarto, y termino: los detalles tontos. En lo que se refiere a dar detalles Murakami es un maestro: siempre intenta dar pinceladas, pequeños añadidos que den consistencia al personaje, en general con bastante acierto. Aunque a veces falla. Por ejemplo, de las orejas de Tengo dice que son arrugadas como coliflores en miniatura. ¿Soy el único al que esta imagen le parece asquerosa, o cuando menos poco seria? Otro detalle, menos gráfico, es la iniciación lésbica a la sexualidad de Aomame, algo que parece encantar a los autores contemporáneos. ¿Es necesario? ¿Es real? Creo que noes (al menos la primera pregunta), así que se queda en detalle superfluo y comercial, porque ni siquiera la trama lo justifica: Aomame es perfectamente heterosexual, y no es necesario un amor lésbico para dar sentido a su nostalgia de Tamaki, su amiga de la infancia (claro, que así se excusan las numerosas alusiones a sus "magníficos pechos". Resulta hilarante, de tan poco sutil).

Sentencia: con dos primeras partes interesantes y entretenidas, muy "de Murakami", y una tercera parte que puede definirse directamente como despropósito, se trata de una novela fallida en su conjunto. Especialmente porque al final todo se reduce a la historia de amor de Tengo y Aomame (tremendamente fantástica, pero para eso está la suspensión de la incredulidad), siendo toda la trama fantástica y thilleresca accesoria y, en resumen, una excusa para desarrollar la trama amorosa. Cualquier otra novela del autor (lo sé, porque he leído todas las publicadas aquí) me parece más recomendable que ésta.

Os dejo con la Sinfonietta de Janáček, que cobró bastante fama con la publicación de ésta novela. Como siempre, muchas gracias por leernos, y perdón por el tostón :P



Título original: 1Q84.
Año: 2009-2010. Páginas: 744+416.

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