miércoles, 30 de noviembre de 2011

Una de cine: C.R.A.Z.Y.


Me recomendaron C.R.A.Z.Y. (Jean-Marc Vallée, 2005) hace apenas un par de semanas (gracias de nuevo, Borja), y me impresionó tanto que no he podido resistir la tentación de dedicarle una reseña. C.R.A.Z.Y. es la agridulce narración de los errores de una vida o, por mejor decir, de varias. Alguien dijo que, a lo largo de nuestra existencia, nuestros fracasos superan a los aciertos en número y aparatosidad. Tristemente, y desde mi punto de vista (el que os habla siempre ha sido un pesimista convencido, por razones prácticas más que otra cosa) esta afirmación es completamente cierta: basta con echar una mirada atrás para corroborarlo. ¿Cuántos de nosotros hemos visto incumplidos nuestros sueños y expectativas de la infancia? ¿Cuántos han sido nuestros fracasos profesionales, familiares o amorosos, y cuántos nuestros aciertos? ¿Cuántas veces nos hemos sentido frustrados? Probablemente muchas más de las que nos hemos sentido felices por haber alcanzado una meta o cumplido un objetivo. No es mi intención deprimir a nadie. Esta introducción fatalista viene a cuento porque la película de la que hoy voy a hablar también lo es. C.R.A.Z.Y. es una historia ágil, increíblemente introspectiva, pesimista como pocas, pero esperanzadora al mismo tiempo, acerca de la búsqueda de la felicidad y la verdad sobre uno mismo.

El filme, bastante desconocido a pesar de no merecerlo (como ocurre con la mayor parte del cine independiente), se produjo en Quebec, Canadá. Ambientado fundamentalmente en los años 70, narra la historia de Zachary (Marc-André Grondin), el cuarto hijo de una familia de cinco hermanos, todos varones, y de cuyas iniciales surge el título de la película. La película empieza en el momento del nacimiento de Zac, complicado, a modo de preludio de lo que será el resto de su vida, y finaliza en su adultez, deteniéndose especialmente en su infancia y adolescencia, momentos clave en la búsqueda de su identidad.

Llama la atención gran capacidad interpretativa de los actores, especialmente la del señor Grondin (sin menospreciar al resto del elenco), porque consigue lo que pocos: que nos olvidemos por un momento de quiénes somos, y nos introduzcamos en el cuerpo y alma de este personaje condenado absurdamente a ser repudiado por su círculo más cercano: su familia. En ocasiones, podemos llegar a vivir en primera persona sus sentimientos, emociones y también las injusticias que sufre por parte de su familia, especialmente de su padre y sus hermanos mayores. En un par de momentos, la angustia que transmite la narración es tal, que resulta casi imposible que a uno no se le haga un nudo en la garganta. Como ese en el que el joven Zac, siendo apenas un niño, se orina mientras duerme en un campamento y empieza a rezar para que ninguno de sus crueles compañeros se dé cuenta; sin éxito, como cabe esperar. 

¿He mencionado que Zac, el personaje principal, es homosexual? Puede que, después de todo, no sea un dato tan relevante como cabría esperar. C.R.A.Z.Y., a pesar de ser considerada por lo general una película de temática LGBT, va mucho más allá, según mi opinión, de ser la típica historia del desventurado joven gay que debe aceptar su condición para ser feliz. Y es que destaca la sensibilidad con la que los distintos temas, comenzando por la orientación sexual de Zac, son tratados a lo largo del filme. Por ejemplo, me llamó la atención que en ningún momento apareciera ninguna escena de sexo gay explícito, en oposición a las numerosas relaciones heterosexuales que se muestran a lo largo de las dos horas largas que dura la película.

En definitiva, y siempre desde mi punto de vista, el tema principal de la película, más que el mero tratamiento de la homosexualidad del protagonista, que también, es la búsqueda de la propia identidad cuando las circunstancias son adversas, y nos hace plantearnos hasta qué punto debemos dejar de vivir nuestra vida para agradar a las personas que nos rodean, por mucho que nos quieran.

Pero no solo el personaje de Zac es imprescindible. La madre del muchacho (Danielle Proulx) será su único apoyo a lo largo de este viaje de autodescubrimiento para el protagonista y de reflexión para el espectador. Por el contrario, el padre (Michel Côté), que encarna la figura autoritaria y homófoba, tendrá que cambiar radicalmente su forma negativa de ver la homosexualidad, tomar la difícil decisión de rechazar a su hijo…, o cambiar su sexualidad a la fuerza.

Los excesos y la drogadicción también están presentes, de un modo paralelo, en C.R.A.Z.Y. De ellos será víctima Christian, el hermano mayor (Maxime Tremblay). Pero no todo son desgracias y malas vivencias. También hay espacio para el humor, y de vez en cuando se suceden algunos momentos dulces para soportar tanta tensión, lo que convierte a esta película en una tragicomedia en toda regla. La crítica a la religión constituye un tema más secundario, pero también presente a lo largo de la cinta.

Otro de los aspectos que engancha de C.R.A.Z.Y. es su magistral banda sonora. La música está presente de un modo especial en esta película. Gran parte del presupuesto (no muy elevado, imagino) fue invertido en pagar los derechos de autor de los temas que aparecen en el filme, lo que obligó a Vallée, el director, a reducirse el sueldo a sí mismo. Pink Floyd, los Rolling Stones, David Bowie y los iconos de los 50 Patsy Cline y el francés Charles Aznavour, constituyen el grueso de este maravilloso trasfondo musical que contribuye a dar sentido, ambiente y cohesión a la trama. 

A modo de curiosidad: gran parte del guion fue elaborado por los propios actores, y está basado, en parte, en las vivencias y recuerdos de muchos de ellos.

El estreno de C.R.A.Z.Y. fue un éxito rotundo. Cosechó 11 de los 13 premios Gendie del cine canadiense y fue nominado a los Oscar y los Globos de Oro, además de ganar múltiples galardones en festivales de cine internacionales, y lograr una aprobación rotunda y unánime entre el público y la crítica (la película recaudó 6,2 millones de dólares canadienses, algo poco habitual en el cine en lengua francesa).
Os dejo el tráiler. Que la disfrutéis, si decidís verla.

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